¿Qué decir de Eduardo Galeano? Sólo nos bastan retazos de sus obras para descubrir genialidad, reflexión, virtuosismo en el uso del lenguaje y las palabras. Tomamos otra vez, palabras prestadas.
Para la cátedra de Literatura
(Eduardo Galeano- El libro de los abrazos)
Enrique Buenaventura estaba bebiendo ron en una taberna de Cali, cuando un desconocido se acercó a la mesa. El hombre se presentó, era de oficio albañil, a sus órdenes, para servirlo:
¬Necesito que me escriba una carta. Una carta de amor.
¬¿Yo?
¬Me han dicho que usted puede.
Enrique no era especialista, pero hinchó el pecho. El albañil aclaró que él no era analfabeto:
¬Yo puedo escribir. Pero una carta así, no puedo.
¬¿Y para quién es la carta?
¬Para... ella.
¬¿Y usted qué quiere decirle?
¬Si lo sé, no le pido.
Enrique se rascó la cabeza.
Esa noche, puso manos a la obra.
Al día siguiente, el albañil leyó la carta:
¬Eso ¬dijo, y le brillaron los ojos¬. Eso era. Pero yo no sabía que era eso lo que yo quería decir.
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